Es una típica siesta de enero en el pueblo de Ibarreta en el centro de la provincia de Formosa. Son las 3 de la tarde y las calles están desiertas; todos se encuentran en sus ranchos. El viejo ventilador de pie parece asfixiarse moviendo su cabeza de un lado al otro mientras arroga solo aire caliente, las dos antenitas de alambre captan la señal de la novela entrecortada y en la mesa una buena jarra de agua bien helada; lo suficiente como para poder tomar tereré durante el tiempo en que dura la novela sin tener que ir en busca de una recarga.
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1 comentario:
Gracias, aunque jamas podre cree lo que decis...
Extraño las siestas, estoy todo el dia fuera de casa, asi que llego tipo 8 d ela noche y me acuesto...
Terere, puaj! jajaj no tomo mate me da asco....
vivir ahi deve ser olvidarse un poco la la constante globalixacion y bombardeo insoportable de los medios...
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